Surfcasting

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¿Qué es el surfcasting?

Es para muchos la modalidad de pesca en costa más apasionante. En muchos momentos se llega a gozar en contacto con la naturaleza: la arena, las olas, cierta dosis de soledad y la búsqueda de relajación, unida a la intensidad del deporte como tal.

El «surfcasting» hace referencia a un término anglosajón y significa: «lanzado entre las olas». Para nosotros se trata de eso, de lanzar el cebo entre las olas.

Existe la duda sobre si fueron los americanos los que introdujeron las primeras nociones técnicas en la materia. Lo que sí parece claro es que en las islas británicas ha evolucionado de manera plausible, acompañado de un desarrollo en paralelo de materiales específicamente adaptados.

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La afición comienza algo más tarde en España, si nos referimos al conjunto de parámetros que involucra la técnica en sí. En la actualidad, y tras su primera expansión generada desde la costa mediterránea, se atiende a un espectacular y progresivo avance, tanto en el número de aficionados como en la especialización alcanzada, hecho que avala indiscutiblemente la necesidad de ganar el terreno perdido.

Son apropiados los litorales bañados por el mar Atlántico y Cantábrico, que involucran las regiones situadas en el oeste y noroeste de la península ibérica. También las kilométricas playas del Atlántico francés y la costa de la Gran Bretaña.

Incomparables resultan las costas de África occidental, desde el Sahara hasta Senegal, pasando por Mauritania.

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El evidente desarrollo de esta modalidad se basa en dos hechos:

El primero se refiere a la presencia en la zona costera de muchas especies de peces que allí acuden para nutrirse.
En segundo lugar, una ligazón indisoluble a la evolución tecnológica en la concepción y diseño de nuevos materiales.

Las olas que vemos en una playa son fruto de fenómenos como el viento, las mareas y las corrientes. Cuando una onda llega a chocar con un bajo fondo de arena rompe, creando una fuerte corriente y un flujo y reflujo de agua que remueve todo el substrato. Esto ocurre en todas las playas, con una intensidad variable de acuerdo con las variaciones en la climatología, salvo caso de calma chicha.

Si las olas son de entidad modesta, es obvio que tardarán más en romper, incluso a escasos metros de la orilla. Si por el contrario baten ondas grandes, como en una marejada, su propio tamaño hace que encuentren antes con el fondo pudiendo romper a mucha distancia.
Todas estas consideraciones deben ser tomadas como una aproximación simplificada.

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Descripción de la técnica del surfcasting

La práctica consiste en lanzar el cebo en la línea de ola que va a romper: el remolino creado por este fenómeno bate el suelo haciendo que multitud de organismos (especialmente gusanos, crustáceos, moluscos y toda una serie de elementos nutritivos de proporciones microscópicas) se hagan perceptibles, de forma que atraen de forma inminente a peces de variadas especies y tamaños que se alimentan de los primeros.

Así podemos encontrar multitud de especies tales como lubinas, doradas, sargos, rayas, corvinas y tiburones, a escasos metros de la misma orilla.

Hemos asistido a un auge a veces desorbitado en cuanto al número y variedad de accesorios para el surfcasting. La pasión desatada ha propiciado una evolución en los diseños de cañas y carretes, materiales que han evolucionado con el objetivo de hacerlos más fuertes, resistentes y ligeros y con mayor capacidad para lanzar.

Si deseamos practicar este deporte: ¿qué factores debemos tener presentes? ¿Cuáles son los instrumentos más adecuados según las condiciones que encontremos? ¿De qué aparejos y cebos nos podremos servir en cada momento?

Estas y otras muchas preguntas puede que todos nos hayamos hecho en algún momento, por lo que trataremos de explicar hasta donde llega nuestra experiencia.

Si queremos pescar en una playa determinada lo primero es conocerla: tendremos en cuenta que todos los arenales presentan unas particularidades inherentes y diferentes al resto, aunque es posible poner en evidencia ciertas características comunes.
El aspecto físico puede variar radicalmente de una estación a otra e incluso de un día para otro.

Lo ideal sería observar la disposición del arenal en la bajamar a fin de estudiar la estructura, la situación de depresiones, colocación de la barra, desembocadura de posibles torrentes, acción de las corrientes, entre otros parámetros.

El mar Mediterráneo no es el más adecuado para cumplir esta premisa, ya que apenas se perciben las mareas por lo que es imposible analizar la configuración del fondo.
En el norte por el contrario, y sobre todo durante los periodos de mareas vivas, es sumamente fácil acercarse a la zona intermareal.

Como estructura básica veremos que en un principio el arenal desciende poco a poco alcanzando cierto fondo para luego elevarse creando la llamada «barra», tras la cual la profundidad aumenta de manera gradual y notable. Esta disposición engendra con el paso del tiempo un canal o acanaladura que vemos en casi todas las playas batidas. La distancia de la barra y su disposición nos permitirá conocer la distancia y la zona óptima de lanzado.

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Cuando la marea comienza a subir, crea una corriente que normalmente circula al principio a través de algún paso que deja la barra de arena, y coincide en ocasiones con la desembocadura de un río o riachuelo pues casi todas las playas cuentan con uno.

Al ir penetrando el agua, los peces siguen la corriente gradualmente. Las piezas de mayor porte se desenvuelven habitualmente por detrás de la barra en la zona más profunda, al menos en teoría, ya que esta premisa se rompe con inusitada frecuencia.
Cuando se alcanza la pleamar tenemos unas olas que rompen antes de la barra y luego se remansan cuando llegan al canal.

El punto de mira de nuestro cebo se encuentra allí donde se alcanza la zona más profunda detrás de la barra, si bien la distancia puede hacer inviable la consecución del objetivo, por lo que podemos dirigir el cebo al canal.

De todas maneras la variabilidad de estos factores es enorme y sólo la experiencia nos determinará la opción a elegir.
Entre primavera y otoño suceden los mayores cambios: las primeras marejadas del otoño – también las riadas- mudan la configuración, expoliando y aportando alternativamente enormes cantidades de arena, dejando incluso el soporte de roca al descubierto.

Esto afecta a las medidas de profundidad que varían mucho entre estaciones. Es necesario tener presente estos factores y permanecer atento a las condiciones actuales a fin de tomar las medidas oportunas.

Estas particularidades rigen siempre para las playas arenosas. Por ello la práctica del surfcasting como tal es más propia en costas de este tipo.

Sin embargo, no podemos olvidar aquellos litorales en que prevalece la línea litoral cortada, como sucede en todo el noroeste peninsular. Esta circunstancia da lugar – sobremanera en el mar Cantábrico – a las típicas playas cortas donde los arenales representan la minoría.
A fin de cuentas, el lanzado en zonas de guijarros también puede asimilarse de la misma forma.

Existen unas condiciones óptimas que procuraremos conocer.

Los mares en calma no son adecuados en términos generales; las grandes marejadas, por su parte, pueden volver impracticable un sector costero.
Dentro de estos límites, existe un crisol de posibilidades y sólo el conocimiento experimental nos allanará el camino a tomar.

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Caña, carrete y sedal

Precisaremos cañas entre 4 y 5 metros de longitud, aunque en ciertas ocasiones pueden valer medidas entre 3,5 y 4 metros.
En todo caso, valoraremos positivamente los modelos fabricados en materiales resistentes y flexibles como la fibra de vidrio, carbono y carbono/kevlar.

Se trata de efectuar lanzamientos largos, en la mayoría de las ocasiones por encima de 100 metros.
La cañas dispondrán de un buen anillado (hoy por hoy las SIC, en carburo de silicio, son unas de las mejores). El número habitual varia desde las 4 a 6 cuando usamos carrete de bobina fija y hasta 8/9 en el caso de emplear el giratorio.

En cuanto a la elección del carrete, es aconsejable para las costas del noroeste ibérico el de bobina fija, entre otras razones por la facilidad de uso. Todas las marcas disponen de su gama con bobina alongada cónica, rodamientos a bolas, etc.

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El grosor y resistencia del sedal a utilizar para rellenar la bobina dependerá de las condiciones de la playa y el fondo marino, región costera y especies susceptibles de pesca.

No obstante y como norma de carácter general, la sección del nailon guarda una relación inversamente proporcional a la distancia de lanzado en las mismas condiciones. Por consiguiente, la práctica nos servirá como guía en este sentido.

Por ejemplo, si estamos en una playa que suponemos de composición mixta de arenal y piedras, conviene un elevado grosor si la distancia de lanzado no es larga.

Por el contrario, en playas de costa baja con gran plataforma que pueden hacer precisos lanzamientos de más de 150 metros, acudiremos a líneas más finas (0,16 a 0,25 milímetros de espesor). En el mercado existen productos que con toda seguridad satisfarán todas nuestras pretensiones al respecto.

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Especialmente adaptadas al lance de pesos medios (plomo «catalán» de 120 gramos en forma ahusada), permiten conseguir las grandes distancias precisas en una costa no siempre rica en peces.

Hay quien emplea en sus carretes para las playas del noroeste sedal del 0,35mm al 0,40mm de sección (al menos 250 metros).
En todo caso conviene recordar que no siempre la distancia asegura aumentar las posibilidades pues los peces en ocasiones se mueven en la punta de olas.

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Los terminales donde se concreta el aparejo final deben elaborarse en sedal de diámetro mayor al general. Bastan unos 6 a 7 metros de sedal unido al general mediante un nudo de doble gaza o un nudo supremo.

Podremos acudir, al objeto de facilitar la arquitectura del aparejo, a finales de aguante (denominados «shock – leader»), que consisten en una línea fina que aumenta de tamaño (de 0,20- 0,35 mm hasta 0,60-0,70 mm al final).

Plomadas y anzuelos

Las plomadas constituyen uno de los aditamentos de mayor importancia, ya que de su conformación dependerá la disposición del cebo en el lugar y la forma deseados. Esta circunstancia hace de ello un factor fundamental de elección y eterna duda, que debe dilucidarse tras la observación prolongada de las condiciones imperantes.

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Existe una gran variedad de formas y pesos: de pera, anillo con conos, piramidales, estrellados, con ganchos de diversos tipos; pesos de 60 a 300 gramos.

En cuanto a los anzuelos, también se puede hablar de ilimitada variedad a fin de satisfacer en todo momento las diferentes necesidades.

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Ejemplo de una caja de pesca para surfcasting

– Bobinas de nailon (en milímetros de sección):
0,60mm (para «shock leader»)
0, 35mm y 0,40mm (dispuesta en el sedal principal o «madre», con una carga de al menos 250 metros)
0,25mm al 0,40mm (para brazoladas o bajos de línea).

– Anzuelos:
Caja tipo Kristal del nº1/0, nº1 y el nº 2.
Tipo «aberdeen» (para gusanos) del nº2/0, nº3/0, nº 1 y nº2.
Tipo curvo o «pico de loro», curvados de acero de los números 1 al número 4, para cebos como cangrejos, sardinas, calamar y destinados a especies como espáridos de tamaño medio, y los números 1/0 la 4/0 para piezas medias (sargos grandes, doradas y lubinas de tamaño medio a grande)
Tipo O´ Shaugnessy» de la numeración 2/0 al 7/0 (para cebos groseros y piezas como lubinas grandes, rayas y congrios.

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– Un carrete de hilo elástico (se compra en mercerías), para asegurar cebo.
– Un par de útiles acanalados (agujas) para cebar con gusanos.
– Cinta aislante
– Avisadores de picada (cascabeles y fluorescentes).
– Tijeras
– Emerillones o quitavueltas (mejor del tipo «rolling») del nº 4, 6, 8 y algunos con prendido (mosquetones).
– Perlitas o cuentas pequeñas para montaje de aparejos ( algunas fluorescentes).
– Plomos:
4 de estrella (2 de 100 gramos y dos de 150 gramos).
4 con alambres (dos de 120 gramos y dos 150 gramos).
4 con forma torpedo sin enganches( 120 gramos y 150 gramos).
Varios en forma de bola con canal pasador (100, 120, 150 gr.).
– Linterna de cabeza.
– Vadeador de neopreno.
– Ropa de aguas.
– Silla.
– Dos picas de clavado en arena para las cañas.

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En cuanto a las monturas apropiadas para construir el aparejo, existen multitud de combinaciones a elegir a tenor de condiciones.
En la mayoría de los casos nos decantaremos por el uso del clásico «paternoster» de dos anzuelos ( dos brazos por encima del plomo, con esquema de montaje: nudo – perla – emerillón – perla – nudo), o bien el clásico «long-arm» (ideal para la lubina) con una brazolada larga por encima del plomo.

En otras ocasiones nos decidiremos por presentar el cebo por debajo del plomo ( muy útil para pesca de peces planos como el rodaballo) empleando plomos con canal pasador, según el esquema siguiente: plomo – perla – emerillón – brazolada – anzuelo.

En el norte se puede emplear el «paternoster» la mayoría de las veces. Procedemos a cortar un final en el 0,60 mm de 1,50 metros de longitud y preparamos dos brazoladas de 35 cm (nailon 0,35 mm) a 40 centímetros de distancia de plomo y emerillón ligado al sedal «madre». Los finales van provistos del correspondiente torniquete. El extremo terminal del montaje dispondrá de un mosquetón para contener el plomo.
Como variante, podremos emplear un plomo deslizante asociado a otra brazolada más arriba.

Técnica del lanzado

La primera consideración para todos los que se inicien en esta práctica, se refiere a la necesidad primaria de habituarnos al tacto y formas, tanto del carrete como de la caña.

Este periodo de rigor es fundamental, antes de comenzar a ejercitar los movimientos de lanzado.

Cogeremos la caña con las dos manos, la derecha con la base del carrete ente los dedos anular y meñique. Con la izquierda agarraremos el extremo distal o talón con fuerza.

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La distancia entre el lugar de fijación del carrete y el extremo final debe ser amplia, al objeto de facilitar la acción de palanca e incrementar consecuentemente el «par» de potencia desarrollado.

Conviene al inicio de las prácticas unos días de pruebas ejercitando los movimientos de un lanzado (sin plomada) simple, girando la cintura y bajando inmediatamente después (en un proceso coordinado) el miembro derecho a altura del hombro y subiendo el izquierdo por encima de cabeza.

Al efectuar el lanzamiento de forma natural se produce un giro de cadera al mismo tiempo que hacemos palanca. Así bajaremos el brazo izquierdo acercándolo hasta el pecho y al tiempo desplazando el derecho hacia delante a la altura de los ojos y en línea recta al lugar de lanzamiento.

Esta acción es realmente similar a la efectuada por los lanzadores de jabalina.

Más adelante montaremos un plomo de unos 50 gramos, peso que será suficiente en un comienzo.
En el momento del lanzado quizá lo más complicado es la sujeción del sedal. Debemos abrir el asa o guía – hilos y mantenerlo sujeto mediante presión del dedo índice y soltarlo sólo en el último momento.

En el caso de carretes de tipo giratorio el sedal se mantiene presionado mediante el dedo pulgar sobre la bobina, siempre protegido por un dedal que se puede elaborar a partir de un guante de goma o cualquier otro procedimiento efectivo.

Aquí es fundamental el movimiento de los brazos. El denominado por los ingleses «push and pull» que podríamos traducir como «empuja y tira».

En la práctica, el éxito del lance depende del equilibrio natural que se alcanza con la experiencia de mil intentos. Está demostrado matemáticamente que la acción conjunta de las dos fuerzas hace que la energía aplicada devenga mayor.

Hemos visto la posición teórica de manos y brazos y su acción conjunta y ahora intentaremos describir diferentes modalidades.

La más conocida se desarrolla situando el pie izquierdo por delante. Consiste en llevar la caña hacia atrás hasta la horizontal, mediante de un movimiento de cintura y espalda.

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Lanzaremos con el plomo estático sacando la caña por encima de nuestro hombro derecho. Recordar que debemos empujar fuerte el brazo derecho y tirar con la mano izquierda hacia atrás al tiempo.

Este lanzado puede efectuarse pendular: estando en la misma posición, se eleva un poco la caña y luego se deja bajar de forma que el plomo realice un movimiento pendular. La impulsión se efectuará cuando el plomo esté en su posición más baja pero animado de fuerza cinética.

Para alcanzar mayor precisión podemos utilizar un movimiento perpendicular, esto es, llevando la caña hacia atrás por encima de la cabeza y sacarla al realizar el impulso en igual dirección. Con este sistema conseguimos una curva de lance en parábola marcada.

Lo interesante es un lanzamiento parabólico medio, entre aquel prácticamente rasante y el tipo de campanario (media luna), ya que existe un intervalo dentro del cual se encuentra el ángulo ideal.

Hemos visto a los franceses practicar un lanzado de espaldas al mar. Dejan bastante largo el final, unos dos metros. Con la caña en alto realizan un desplazamiento pendular bajando la puntera unos 45 grados y luego dan el impulso.

Puede ser similar el denominado «Backcast» o una variante suya conocida como lanzar boloñés: el pescador se encuentra en posición de espaldas al mar y consiste en balancear el plomo sobre el lado y con un movimiento fluido y progresivo imprimir una fuerza a la punta que termine con la extensión vertical de la caña por encima de la espalda en dirección al mar.

Tiene la ventaja de que permite el lanzado de grandes pesos de hasta 300 gramos, útiles en playas sometidas a fuertes corrientes o contra vientos.

playa-de-arena

Otro tipo es el denominado lanzamiento «sudafricano»: el lanzador se pone de lado mirando al mar. La caña se dispone hacia atrás dejando el plomo y el bajo de línea alineados en dirección a la caña pero depositados en la arena. Se imprime un movimiento de rotación balanceando la caña parecido a como lanzaría una jabalina.

El sistema que logra imprimir más potencia con el uso de carrete fijo es el denominado «ground – cast». De cara al mar, con el pie izquierdo algo más adelantado giramos la cintura en el sentido de las agujas del reloj (visto desde un plano superior) acompañando a la caña, cuya puntera dirigiremos hacia atrás y abajo, dejando sobre la arena un extremo de unos 1,5 metros.

El impulso se genera mediante la rotación de la cadera, siempre paralela a la de la caña, siendo en el momento en que el giro está casi finalizado cuando realizamos la palanca.

Ground -Cast en versión de fácil ejecución 

1.- Manteniendo el brazo izquierdo flexionado y el derecho estirado en su mayor longitud. La puntera debe permanecer baja de forma que el terminar repose sobre la arena.
2.- Una vez dispuestos, empezamos el movimiento de giro de cadera. En ese momento flexionamos el brazo derecho subiéndolo a la altura de la cabeza como en un lance de jabalina.
3.- Retraemos el brazo izquierdo hacia el pecho al tiempo que se estira al frente el miembro derecho.

Con posterioridad fijaremos la caña en el soporte específico clavado en la arena y tensaremos. No debemos olvidar regular el freno (nunca dejar fijo).
Podemos desarrollar lanzados en péndulo con el carrete fijo, siendo la forma más sencilla el péndulo trasero llevando el terminal a la posición trasera horizontal al suelo e imprimiendo en ese momento el cachete.

Con cañas de repartición y carrete de bobina giratoria resulta de gran eficacia el péndulo. La situación del cuerpo es similar a la posición que requiere el «ground-cast».

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Dejaremos un extremo de unos dos tercios de la longitud de la caña. El movimiento de péndulo lo llevaremos hasta que el plomo y línea se dispongan horizontalmente respecto al suelo.

En ese preciso instante debemos bajar la puntera a la altura de nuestros hombros y realizar el giro explosivo de cadera. El plomo debería salir disparado por nuestro lado derecho con una gran fuerza.

En los primeros intentos es seguro que: o bien la plomada sale hacia un lado despedida, (¡eso con suerte!); no somos capaces de terminar por miedo al resultado.

Es una técnica difícil que recomendamos tomarse con tranquilidad y poco a poco.

Es indispensable calcular bien la distancia de lanzado para así cortar en el momento conveniente la salida de sedal. En caso contrario se formarán indeseables bucles que en el peor de los casos arruinarán todo nuestro nailon.

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Una vez hayamos realizado el lance regresaremos a la zona seca, dejando correr el sedal.

En todo caso, conociendo la configuración de nuestras costas, parece suficiente un buen carrete de bobina fija.
La implementación de los medios materiales y técnicos, la práctica continuada, el estudio pormenorizados de los condicionantes junto a la paciencia y perseverancia, darán lugar, más tarde o más temprano, a sus frutos.

Pescando por la noche, muchas veces nos retiraremos ateridos de frío y a altas horas de la madrugada sin haber recibido picada alguna. Pero llegará un día en que gozaremos de la dimensión que comporta la lucha con un gran rival en medio de la noche.

Por último, recordar que siempre debemos pescar con nuestra licencia en el bolsillo. Hay un tipo de «licencia de pesca para toda España«, como popularmente se conoce, que nos servirá para disfrutar de nuestro deporte en varias Comunidades.

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